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miércoles, 3 de diciembre de 2014

La provincia de Buenos Aires y el abandono al tratamiento de las adicciones

La provincia de Buenos Aires y el abandono al tratamiento de las adicciones

Por Sebastian Wesemberg. 
Delegado de ATE en CPA-Chapadmalal y 
Secretario de Derechos Humanos de CTA-Mar del Plata y militante de Patria Grande.

El Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires hace más de 25 años que cuenta con una Subsecretaria de atención de adicciones. Esta Subsecretaria en sus inicios constituyó la red provincial de atención en adicciones más importante de Sudamérica, creando en todo el territorio bonaerense 187 Centros Provinciales de Atención ambulatoria (CPA), consultorios externos, casas de día y para casos más severos 9 comunidades terapéuticas.
Si bien en las últimas décadas la problemática de las adicciones creció exponencialmente, no ha pasado lo mismo con los dispositivos de atención, más bien parecería que el proceso fue inverso. Las distintas gestiones provinciales se han encargado de desmantelar la red de instituciones que existía para personas con usos problemáticos de sustancias psicoactivas, que era está la forma de garantizar el acceso al derecho a la salud de las mismas.
En Chapadmalal, a 25 km. de Mar Del Plata, se encuentra una de las comunidades terapéuticas de la Subsecretaria mencionada. El lugar se inauguró en el año 2004, allí se pueden internar personas mayores de 18 años, tiene una capacidad para 23 pacientes, un equipo interdisciplinario conformado por un médico psiquiatra, psicólogos, terapista ocupacional y operadores terapéuticos. Esta comunidad terapéutica al día de hoy se encuentra cerrada por la desidia y falta de financiamiento de las autoridades provinciales.

COMUNIDAD TERAPÉUTICA DE CHAPADMALAL
Hace exactamente un año atrás, los trabajadores y trabajadoras del lugar decidimos por primera vez cortar la ruta, llamar a los medios y denunciar la falta personal, que las guardias las garantiza un sólo operador terapéutico y que la institución no cubre para sus residentes ni para los trabajadores de la misma el cumplimiento de pautas de respeto, dignidad y salubridad. Ante la falta de respuesta, los trabajadores y trabajadoras decidimos cerrar la institución y hasta que no se responda a los reclamos no se volverá a internar pacientes.
Un año después llegaron algunas respuestas, como incorporación de personal y algunos arreglos edilicios, y la comunidad terapéutica de nuevo abrió sus puertas. Sin embargo, también volvió a sentirse la desidia, otra vez falta de presupuesto y “la feliz” pintada de naranja. Nos volvimos a organizar en asambleas en ATE, gremio que nos representa, y al día de hoy nos volvemos a encontrar con la comunidad terapéutica cerrada.
Como parte de lo cotidiano, los pacientes internados convivían, no sólo fuera si no dentro de los módulos, con roedores (lauchas y ratas) y la suciedad que estos provocan es limpiada a diario por ellos mismos, que injustamente naturalizaron la situación, del mismo modo que limpian los rastros de estos animales de la comida guardada en la despensa-almacén, teniendo con frecuencia que tirar comida. En los últimos veranos se ha verificado también la presencia de alacranes dentro de las construcciones.
Por otra parte, junto a los módulos se encuentran dos pozos ciegos los cuales hace meses que rebalsaron a punto tal de que las aguas cargadas de deshechos han circulado hacia el camino de tierra de ingreso al establecimiento estancándose a su lado y formando un barrial permanente de unos diez metros de largo que además de lo insalubre de su composición, dificulta el acceso al lugar para quienes no posean automóvil. Aunque ocasionalmente se ha logrado desagotar los pozos, una falla en su realización provoca que en escasas semanas vuelvan a rebalsar.
Desde hace unos tres meses aproximadamente los residentes no cuentan con agua caliente en los módulos por rotura de los termotanques que los abastecían, esto los deja por ejemplo en la situación de depender de la autorización de terceros para poder higienizarse usando el baño del personal, lo cual no siempre se puede dar en el momento en que ellos lo solicitan o necesitan, quedando limitados a cierto manejo de sus tiempos personales y, de alguna manera también, algo de su intimidad que se ve vulnerada. Luego de largos reclamos se ha logrado adquirir dos termotanques usados para reponer los rotos pero no se ha asignado partida presupuestaria alguna para financiar su instalación.
Además de las aguas servidas estancadas del acceso, hay una pérdida de agua de un caño subterráneo que provoca un pequeño “lago” en el predio, en un sector de tránsito constante, que genera filtraciones de humedad desde los cimientos de las edificaciones.
Los calefactores instalados no llegan a cubrir las necesidades de los distintos espacios, y el ubicado en el salón de usos múltiples se encuentra en este momento con un desperfecto. Si bien en ese salón se cuenta con un hogar a leña, no es aconsejable su uso constante ya que su parte posterior se ha derruido y las llamas entran directamente a los ladrillos huecos de la pared con el probable riesgo de resquebrajamiento de la estructura.
De más está decir que sobradamente en tiempo y forma se han realizado a lo largo del tiempo infinidad de reclamos a la Subsecretaría de Adicciones, sin obtener la mayoría de las veces mejor respuesta que el progresivo deterioro del lugar.
Como personal de la institución padecemos también las mismas carencias y otras más tales como la falta de personal médico o de enfermería, número insuficiente de operadores terapéuticos que suelen quedar solos a cargo de los pacientes, en especial por la noche, en un lugar ciertamente aislado al menos en lo que se refiere al acceso a servicios de salud, situación que ha generado más de un contratiempo y sólo por azar sin consecuencias graves.
Entendemos que de acuerdo al marco de respeto por los Derechos Humanos en que se respalda la ley 26.657 de Salud Mental y Adicciones, corresponde que los pacientes de una comunidad terapéutica o de cualquier servicio de salud, además de contar con el personal idóneo y en número suficiente que necesita para llevar adelante su tratamiento, sean alojados en lugares que presenten condiciones dignas y saludables de habitabilidad durante el tiempo que requiera su permanencia en el lugar a fin de recuperar aquellos aspectos de su salud que se encuentran dañados.

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