Por Sebastian Wesemberg.
Delegado de ATE en CPA-Chapadmalal y
Secretario de Derechos Humanos de CTA-Mar del Plata y militante de Patria Grande.
El
Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires hace más de 25 años que
cuenta con una Subsecretaria de atención de adicciones. Esta Subsecretaria en
sus inicios constituyó la red provincial de atención en adicciones más
importante de Sudamérica, creando en todo el territorio bonaerense 187 Centros
Provinciales de Atención ambulatoria (CPA), consultorios externos, casas de día
y para casos más severos 9 comunidades terapéuticas.
Si
bien en las últimas décadas la problemática de las adicciones creció
exponencialmente, no ha pasado lo mismo con los dispositivos de atención, más
bien parecería que el proceso fue inverso. Las distintas gestiones provinciales
se han encargado de desmantelar la red de instituciones que existía para
personas con usos problemáticos de sustancias psicoactivas, que era está la
forma de garantizar el acceso al derecho a la salud de las mismas.
En
Chapadmalal, a 25 km. de Mar Del Plata, se encuentra una de las comunidades
terapéuticas de la Subsecretaria mencionada. El lugar se inauguró en el año
2004, allí se pueden internar personas mayores de 18 años, tiene una capacidad
para 23 pacientes, un equipo interdisciplinario conformado por un médico
psiquiatra, psicólogos, terapista ocupacional y operadores terapéuticos. Esta
comunidad terapéutica al día de hoy se encuentra cerrada por la desidia y falta
de financiamiento de las autoridades provinciales.
COMUNIDAD
TERAPÉUTICA DE CHAPADMALAL
Hace
exactamente un año atrás, los trabajadores y trabajadoras del lugar decidimos
por primera vez cortar la ruta, llamar a los medios y denunciar la falta
personal, que las guardias las garantiza un sólo operador terapéutico y que la
institución no cubre para sus residentes ni para los trabajadores de la misma
el cumplimiento de pautas de respeto, dignidad y salubridad. Ante la falta de
respuesta, los trabajadores y trabajadoras decidimos cerrar la institución y
hasta que no se responda a los reclamos no se volverá a internar pacientes.
Un año
después llegaron algunas respuestas, como incorporación de personal y algunos
arreglos edilicios, y la comunidad terapéutica de nuevo abrió sus puertas. Sin
embargo, también volvió a sentirse la desidia, otra vez falta de presupuesto y
“la feliz” pintada de naranja. Nos volvimos a organizar en asambleas en ATE,
gremio que nos representa, y al día de hoy nos volvemos a encontrar con la
comunidad terapéutica cerrada.
Como
parte de lo cotidiano, los pacientes internados convivían, no sólo fuera si no
dentro de los módulos, con roedores (lauchas y ratas) y la suciedad que estos
provocan es limpiada a diario por ellos mismos, que injustamente naturalizaron
la situación, del mismo modo que limpian los rastros de estos animales de la
comida guardada en la despensa-almacén, teniendo con frecuencia que tirar
comida. En los últimos veranos se ha verificado también la presencia de
alacranes dentro de las construcciones.
Por
otra parte, junto a los módulos se encuentran dos pozos ciegos los cuales hace
meses que rebalsaron a punto tal de que las aguas cargadas de deshechos han
circulado hacia el camino de tierra de ingreso al establecimiento estancándose
a su lado y formando un barrial permanente de unos diez metros de largo que
además de lo insalubre de su composición, dificulta el acceso al lugar para
quienes no posean automóvil. Aunque ocasionalmente se ha logrado desagotar los
pozos, una falla en su realización provoca que en escasas semanas vuelvan a
rebalsar.
Desde
hace unos tres meses aproximadamente los residentes no cuentan con agua
caliente en los módulos por rotura de los termotanques que los abastecían, esto
los deja por ejemplo en la situación de depender de la autorización de terceros
para poder higienizarse usando el baño del personal, lo cual no siempre se
puede dar en el momento en que ellos lo solicitan o necesitan, quedando
limitados a cierto manejo de sus tiempos personales y, de alguna manera
también, algo de su intimidad que se ve vulnerada. Luego de largos reclamos se
ha logrado adquirir dos termotanques usados para reponer los rotos pero no se
ha asignado partida presupuestaria alguna para financiar su instalación.
Además
de las aguas servidas estancadas del acceso, hay una pérdida de agua de un caño
subterráneo que provoca un pequeño “lago” en el predio, en un sector de
tránsito constante, que genera filtraciones de humedad desde los cimientos de
las edificaciones.
Los
calefactores instalados no llegan a cubrir las necesidades de los distintos
espacios, y el ubicado en el salón de usos múltiples se encuentra en este
momento con un desperfecto. Si bien en ese salón se cuenta con un hogar a leña,
no es aconsejable su uso constante ya que su parte posterior se ha derruido y
las llamas entran directamente a los ladrillos huecos de la pared con el
probable riesgo de resquebrajamiento de la estructura.
De más
está decir que sobradamente en tiempo y forma se han realizado a lo largo del
tiempo infinidad de reclamos a la Subsecretaría de Adicciones, sin obtener la
mayoría de las veces mejor respuesta que el progresivo deterioro del lugar.
Como
personal de la institución padecemos también las mismas carencias y otras más
tales como la falta de personal médico o de enfermería, número insuficiente de
operadores terapéuticos que suelen quedar solos a cargo de los pacientes, en
especial por la noche, en un lugar ciertamente aislado al menos en lo que se
refiere al acceso a servicios de salud, situación que ha generado más de un
contratiempo y sólo por azar sin consecuencias graves.
Entendemos
que de acuerdo al marco de respeto por los Derechos Humanos en que se respalda
la ley 26.657 de Salud Mental y Adicciones, corresponde que los pacientes de
una comunidad terapéutica o de cualquier servicio de salud, además de contar
con el personal idóneo y en número suficiente que necesita para llevar adelante
su tratamiento, sean alojados en lugares que presenten condiciones dignas y
saludables de habitabilidad durante el tiempo que requiera su permanencia en el
lugar a fin de recuperar aquellos aspectos de su salud que se encuentran
dañados.
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